¿Todos los gatos duermen tanto? (o solo el mío)
Los gatos duermen unas 12 horas al día: pero hay felinos que descansan más que otros
- POR EVA
Los gatos son dormilones, auténticos maestros del sueño; un placer al que se dedican en cuerpo y patas. Y con el que no dejan de sorprendernos. De hecho, tu felino dedica, de media, la mitad del día a dormir: 12 horas y 6 minutos cada día, según un estudio de la Universidad de Washington. Aunque los hay que prolongan las siestas más: hasta 14 y 16 horas diarias; entre ellos, los cachorros y los gatos mayores. Y sin menear los bigotes. ¡Que se lo digan a Billy y a Cooper!
Dormir tanto, a los gatos les viene en los genes: todos los felinos, grandes y pequeños, son dormilones. Los guepardos, de hecho, duermen de media tanto con los gatos caseros: 12 horas diarias. Pero los hay que más: los tigres descansan 16 horas diarias.
Gatos: dormilones por naturaleza
Aun así, las horas que dedica cada gato de forma natural al sueño también depende de su personalidad. De hecho, los mininos con genes orientales, cuyos rasgos más característicos son unas orejas más grandes, así como una nariz u hocico más afilado, por regla general son más activos y duermen algo menos.
Hay otra regla gatuna: cuanto más se acerquen los genes de tu gato a los de su primo salvaje, el africano Felix silvestris lybica, más activo suele ser, y menos duerme. Así, los felinos con genes del gato leopardo asiático (Prionailurus bengalensis), como el gato bengala -un minino híbrido entre el gato doméstico y el gato salvaje- duerme menos. De hecho, estos felinos conservan intactos muchos rasgos de la personalidad de sus primos silvestres. También la falta de sueño: y pueden dormir que un gato casero.
Los gatos que más duermen
Si hay gatos que duermen menos que la media, otros duermen más. Los gatos con genes exóticos, de complexión más robusta y hocicos algo más chatos (un rasgo que puede conllevar problemas respiratorios) resultan más tranquilos. Y, en general, duermen algo más.
Puede que nuestros gatos duerman un montón, pero verlos enroscados y ronroneando a pata suelta es una gozada. Y cuando están despiertos, se aseguran de querernos y de exprimir la vida hasta el último segundo.